Una realidad hecha cuento I

¡Hola hola!

Después de mucha dedicación y esfuerzo tenemos el honor de presentaros nuestro Blog, el comienzo de una gran aventura.

En esta primera entrada queremos contaros una historia de presentación, una realidad hecha cuento. ¡Esperamos que la disfrutéis tanto como nosotras!

Érase una vez…

Un viernes lluvioso de otoño del año 1989, en una ciudad pequeña y con mucho encanto llamada Teruel, nacía una dulce niña con pelo oscuro y mejillas sonrosadas.

No tardaron mucho en descubrir la magia que esa niña poseía, era capaz de crear todo lo que ella se imaginaba con sus propias manos, sólo necesitaba la herramienta adecuada. Conforme fue creciendo su necesidad por experimentar crecía con ella; buscaba en los rincones más recónditos, abría baúles, cajones, armarios con el fin de encontrar cualquier objeto olvidado para recobrar vida en él.

Al cumplir los doce años, todos los jueves al anochecer, salía de casa con su maletín en mano lleno de pinceles y pinturas para reunirse con otros niños con sus mismas habilidades. Un buen día, en ese mismo lugar empezó a percibir que unos ojos grandes marrones anaranjados la observaban, la historia comenzó a repetirse cada jueves, esos ojos brillantes aparecían entre las sombras sin dejar ver con nitidez de qué criatura se trataba.

Pasaron los días, los meses e incluso los años y una tarde, a la luz del sol, mientras caminaba por las calles de su ciudad, su mirada se cruzó con la de aquella criatura, esta vez pudo distinguir con claridad cómo era. Tenía el pelaje oscuro y desprendía luz propia, se acercó despacio hasta que la niña extendiendo el brazo pudo acariciar el lomo de la Loba, así se fue creando entre ellas una conexión cada vez más fuerte, el principio de una gran amistad.

La Niña, ya no tan niña, tuvo que empezar a tomar decisiones sobre su futuro, siempre tenía el apoyo de sus seres queridos, aunque acompañado de consejos, opiniones o ideas que no siempre coincidían con las suyas.

Llegó el día de su partida, su madre le preparó una cesta llena de provisiones, y junto con su fiel amiga la Loba, se adentró en el bosque hasta que llegaron a un cruce donde el camino se dividía en dos. A la derecha se podía observar un sendero ancho y muy luminoso, cantaban los pájaros, los rayos del sol atravesaban las copas de los árboles y al fondo se apreciaba un claro lleno de flores. Por el contrario, una senda oscura y estrecha se encontraba a su izquierda, no podían imaginarse dónde podría terminar. La Niña recordó todo lo que sus padres le habían aconsejado y echó a andar hacia el camino fácil, pero entonces la Loba le agarró la capa que llevaba por abrigo y le indicó la otra dirección. Ella recapacitó, pensó en todo lo que quería vivir y cambió de parecer, eligió el camino difícil, sabía que tenía que hacerlo sola, así que se despidió de su amiga y emprendió su camino. La Loba esperó hasta que perdió de vista a la Niña y aulló, aulló tan fuerte que la Niña supo que nunca estaría sola.

Atemorizada fue andando día tras día, en su viaje conoció cantidad de personas, animales y criaturas que fortalecieron sus ideas, le ayudaron a levantarse cuando se tropezó y a hacerse más fuerte. Visitó lugares que jamás hubiera imaginado y vivió experiencias inolvidables que ayudaron a visualizar su propia meta. Aún con todo esto, no podía evitar de vez en cuando sentirse sola y añorar lo que dejó atrás, pero cada luna llena podía escuchar, desde cualquier lugar, el aullido de su querida amiga la Loba, recordándole que si algún día volvía a Teruel, ella seguiría allí.

 

Continuará…